Es uno de los Grandes Premios más históricos de la Fórmula 1. De hecho, a día de hoy parece imposible imaginarse el calendario de este deporte sin una cita en las complejas calles de Montecarlo. Y es que todo lo que rodea a esta carrera va mucho más allá de lo que sucede sobre el asfalto: el glamour presente en cada uno de los rincones del principado, los lujosos barcos atracados en los muelles o el incomparable ambiente que se respira en sus alrededores, entre otros. Todo ello hace de Mónaco una cita imprescindible en la categoría. O eso nos quieren hacer creer, porque, más allá de todo lo expuesto, ¿es Mónaco un Gran Premio necesario en la Fórmula 1? A nivel económico, evidentemente sí; a nivel de espectáculo, la respuesta es un rotundo no. Muchos defienden la historicidad de este trazado: "¿Cómo van a eliminar del calendario una prueba tan mítica?", espetan. Sinceramente, prefiero mil veces una pista como Bakú, que solo cuenta con tres años de historia, que una como Montecarlo, por muy legendaria que esta sea.
Y es que, lo visto este pasado fin de semana en las estrechas calles monegascas fue un anti-espectáculo en toda regla. Ni la llegada del compuesto hiperblando, ni la multitud de estrategias con los compuestos que vimos sobre la pista, ni los problemas de Daniel Ricciardo con la unidad de potencia de su monoplaza...; nada fue suficiente para que presenciáramos, ni siquiera, una batalla en pista por el triunfo o, al menos, por el podio. Lo que ocurrió en Mónaco este domingo se resume en 20 coches rodando en fila india durante 78 vueltas sin emoción alguna, más allá de varios momentos puntuales protagonizados por Max Verstappen, que sí nos regaló algún adelantamiento, teniendo en cuenta, claro, que partía desde la última plaza de la parrilla.
Hacen falta cambios
El Gran Premio de Mónaco 2018 fue tan sumamente aburrido que ni siquiera el Safety Car hizo acto de presencia (nos tuvimos que conformar con el Virtual Safety Car), aunque esta afirmación ni siquiera debería exponerla en el artículo, ya que la seguridad de los pilotos es lo más importante, y un espectáculo no debería depender de si el Coche de Seguridad sale o no a la pista. Por suerte, el accidente entre Leclerc y Hartley fue lo único reseñable en ese sentido. Sé que muchos argumentarán que el problema con Mónaco viene de muy atrás, pero esta temporada, con los monoplazas aún más anchos, se ha llegado al límite. De igual modo, es necesario recalcar que en esta reseña se menciona este Gran Premio por el hecho de haber sido el último en disputarse, pero perfectamente podría dedicarle un espacio a Montmeló, el cual debería ir dirigido única y exclusivamente a los test invernales, ya que, desde mi punto de vista, el circuito no es apto para acoger una carrera de Fórmula 1.
A estas alturas, los aficionados ya no esperamos Grandes Premios con 100 adelantamientos, pero sí queremos Grandes Premios en los que, como mínimo, tengamos el aliciente de que puedan producirse. Solo pedimos respeto tanto para nosotros como paro los propios pilotos, pues no queremos que se repitan declaraciones como las vistas este fin de semana, en las que campeones como Hamilton, Räikkönen o Alonso afirmaron que Mónaco había sido "la carrera más aburrida de la historia de la Fórmula 1". Y vosotros, ¿qué pensáis? ¿Creéis que Mónaco debe seguir formando parte de este deporte a nivel de competición?