El ascenso de Pierre Gasly de Toro Rosso a Red Bull en 2019 había sido precipitado por parte de los jefes de la escudería de Milton Keynes, tras la inesperada marcha de Daniel Ricciardo a finales del año anterior. Aunque el francés había tenido buenas actuaciones en el equipo filial, pero esas no se repitieron cuando tuvo un monoplaza más competitivo, aunque para él fue más un hándicap que una bendición. Además, el accidente en los test de pretemporada en Barcelona había tenido el primer impacto sobre su confianza al volante del RB15. Los resultados y los buenos desenlaces no llegaban, pero la presión sobre él aumentaba con el paso de las carreras y sin posibilidades de demostrar lo que sí había hecho en 2018. Al final, la paciencia había tenido un límite y la decisión de bajarle a Toro Rosso había llegado finalmente.
Su excompañero, Max Verstappen, afirma que intentó correr antes de acostumbrarse al cambio de una escudería a la otra, lo que le pasó factura con creces. En vez de haber sido su perdición, había sido todo lo contrario. Ese regreso de Pierre al equipo de Faenza le sirvió para recuperar su mejor versión y llegar al siguiente nivel como piloto. No solo había mejorado, sino que había alcanzado su primer podio con ellos en Brasil de 2019 y su primera victoria en Monza en la pasada temporada.
De las profundidades del abismo al éxito
"Es cierto que Pierre quería ajustarlo todo inmediatamente en vez de tomarse su tiempo para aprender y esa táctica no le funcionó. Como resultado, muchas cosas salieron mal y la presión sobre sus hombros también ha sido muy grande. El hecho de que se hubiera accidentado en los test invernales no le puso las cosas fáciles. Aunque muchos pueden aprender de la manera en la que se recuperó [tras volver a Toro Rosso]", ha finalizado el holandés en palabras recogidas en Ziggo Sport.
