Lo que pudo ser y no fue. Así puede definirse lo ocurrido el pasado domingo en el trazado de Spa-Francorchamps. Hubo espectáculo, sí, pero fuera de la pista, y del que produce bochorno. Después de cuatro horas de eternas esperas, finalmente no se tomó lo salida de la prueba, aunque los pilotos sí rodaron varias vueltas detrás del Coche de Seguridad para asegurarse la repartición de la mitad de los puntos. Desde el equipo de 'F1 al Día' compartimos nuestras posturas ante una cita que será recordada por ser una de las más decepcionantes de la historia en la categoría reina del automovilismo. Poca competición este fin de semana, pero mucho postureo.
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El fin de semana de Bélgica no pintaba nada mal, los entrenamientos iban sucediéndose para quitar el gusanillo de todo este mes sin actividad en forma de Gran Premio. Sin embargo, llegado el sábado ya podíamos ver en la clasificación como la lluvia comenzaba a provocar cierto caos en el trazado de Spa. El final de la propia clasificación nos dejaba intuir y hacía presagiar lo que el domingo nos iba a atrapar delante de la pantalla para no ver nada en absoluto. Ya que la única verdad es que no hubo carrera, considero que es un poco aburrido el hablar de algo que no sucedió y también de lo que pudo haber sido el GP de Bélgica, pues no fue, nunca será y ya no podremos saber nunca lo que hubiera sido de una carrera allí el pasado domingo.
Como dije en la crónica de carrera, aquella que no hubo, o en el artículo de opinión que realicé tras ver el esperpento del domingo, con los medios existentes hoy día en la Fórmula 1 estaba claro que la carrera no podría celebrarse. Y respeto la opinión de cada cual, pero considero innecesario arriesgar a los pilotos cuando la visibilidad era nula. Con el accidente de la WSeries y el de Norris el sábado ya tuvimos bastante. Pero eso no quiere decir que no tengamos que buscar un lugar al que señalar. Pues bien es cierto que contra las condiciones del tiempo no se puede hacer nada, pero es una categoría que está o debería estar bien dotada de medios.
La Fórmula 1 no se puede permitir que sus aficionados aguarden durante 4 horas, ya se en el circuito o delante de la tele, esperando a ver una salida que se sabe a voces que no se va a dar. La Fórmula 1 no puede jugar así con la gente que les sigue, es un chiste sacar unas barredoras y a unos trabajadores cepillo en mano cuando llueve igual que al inicio y el radar no indica que vaya a aflojar. Pero lo más insultante para todos los amantes de esta competición fue sacar a toda prisa los coches detrás del Safety Car para cumplir el trámite y dar dos vueltas o tres al trazado. La cara de incredulidad que se grabó a fuego en nuestros rostros en ese momento fue digna de enmarcar, reparto de puntos a medias y un podio insulso de una carrera que no existió. Lo lógico hubiera sido suspender y no dar nada, ni celebración, ni puntos, es triste sí, pero la situación era la que era, devuelve el dinero de las entradas a aquellos aficionados dignos de admirar aguantando allí el chaparrón y ya está, asume que no se podía. Alargar algo que estaba visto era totalmente innecesario.
Pararon el crono haciendo creer que sería posible, haciendo ilusiones con algo que no iba a pasar y no había que estar debajo del chaparrón para saberlo. Nunca antes había pasado, pero por la credulidad de esta categoría espero no tenerlo que ver nunca más. O te dotas de medios eficaces o no montes un ridículo de este calibre.
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El Gran Premio de Bélgica prometía emoción y mucho espectáculo. Todo estaba preparado para que viviéramos una de las grandes carreras de la temporada, pero se vino abajo por la mala climatología y la dudosa capacidad de Dirección de Carrera para gestionar según qué situaciones. Lo que presenciamos el domingo fue un esperpento; un teatrillo en el que los televidentes teníamos la sensación de que se estaban riendo de nosotros. ¡Y qué decir de los aficionados trasladados hasta el circuito, empapados y helados de frío esperando una determinación que era más que evidente desde el minuto uno! Porque señoras y señores, no nos pueden tener cuatro esperpénticas horas esperando para decidir si relanzan o no la carrera, y además sin aportar soluciones, cuando los propios pilotos te están diciendo que no hay visibilidad suficiente para competir y el radar te está anticipando, ya no solo que no va a parar de llover en toda la tarde, sino que lo va a hacer con más intensidad durante algunos tramos de la misma. Pero bien, más allá de quejarnos, vamos a proponer alternativas:
1. Retrasas la salida, esperas para ver si las condiciones mejoran y, si no lo hacen, das luz verde para que la prueba se inicie tras el Safety Car. Que los monoplazas consiguen reducir el spray del asfalto y la visibilidad mejora, que se compita, que no es así, ya hay vueltas suficientes para repartir la mitad de los puntos y todos a casa. En resumen, mismo resultado, pero tres horas menos de absurdas esperas. 2. Pospones la carrera a la mañana siguiente, ya sea celebrando una prueba al sprint de 15-20 vueltas o disputándose esta de manera habitual, se acaba la cita y todos a preparar las cosas para viajar a Zandvoort. Que la gente puede asistir, perfecto, que no, se le devuelve el dinero de las entradas, porque no han acudido al Circo, sino a un GP de la que se presupone la categoría reina del automovilismo. 3. Se emplean máquinas en condiciones para despejar la pista de agua (no los camioncitos de juguete que sacaron) y los pilotos salen a competir bajo la responsabilidad de sus actos. Si la pista resbala, se va más lento, pero esto es un deporte de coches. Por supuesto, la integridad es lo primero, no obstante, si se hubiese querido, existían alternativas para evitar el bochorno que nos regalaron Michael Masi y compañía. Lo del domingo fue una vergüenza para este deporte; un lamentable espectáculo que no puede volver a repetirse. Si yo voy a mi trabajo en coche y llueve con intensidad, saldré antes de casa y circularé más lento, pero llegaré a mi puesto para cumplir con mis obligaciones como cualquier otro día. Apúntese eso, señor Masi.
Tema meteorología aparte, mis reconocimientos a George Russell. Magistral el británico con una sideral vuelta en Q3 con la que estuvo a punto de arrebatarle la Pole a un Max Verstappen que nos dejó otra gran actuación. La única lectura positiva de esta prueba es que el Campeonato llegará a Zandvoort más igualado que nunca. Esperemos que el próximo fin de semana nos brinde el espectáculo que nos ha arrebatado este.
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La lluvia había sido la gran protagonista en el pasado fin de semana en Spa donde pasó de ser un simple extra a convertirse en el personaje principal con el transcurso de las sesiones. Este factor había tenido un impacto contundente en la clasificación, por lo que los pilotos estuvieron obligados a montar los Intermedios y, más tarde, los neumáticos de lluvia extrema. El momento clave había llegado en la transición del final de la Q2 y el comienzo de la Q3 en la que la lluvia había ganado tal intensidad que era prácticamente imposible pilotar sin tener ningún susto. Si las condiciones de la pista habían sido realmente complicadas durante la jornada del sábado, el listón de dificultad subió considerablemente al día siguiente.
En la sesión de clasificación, lo positivo era que los pilotos tenían la distancia suficiente con el coche de delante para que no hubiese serios problemas en términos de visibilidad, aunque la historia había sido totalmente diferente el domingo. La intensa lluvia había provocado que los retrasos de cinco minutos no fueran una novedad a la espera de que la situación cambiara en cuestión de un periodo de tiempo tan corto, como era de esperar, no cambió el panorama. Lo curioso había sido que la posibilidad de poner a todos los coches a dar vueltas detrás del coche de seguridad no era una opción aparente, la esperanza era esperar y esperar, a ver si todo cambiaba de un momento a otro.
La seguridad de los pilotos debe estar en lo más alto de la lista de prioridades, pero esperar con los brazos cruzados no solucionaba nada y esta fue la opción elegida. Una vez Dirección de Carrera había decidido que la sesión comenzara y con Bernd Mayländer liderando el grupo, la mayoría de pilotos compartía el mismo feedback "no se ve nada, es imposible competir". Si era complicado identificar los coches en la retransmisión de televisión, sería incluso peor desde el punto de vista del piloto. Con esta situación peligrosa, el veredicto de los comisarios fue ondear la bandera roja, una decisión sabia, priorizando la seguridad por encima del espectáculo.
Si la decisión de detener la sesión era la acertada, pero hubo que esperar casi 3 horas para volver a ver los coches salir a pista. La segunda etapa de retrasos fue ridícula, "actualización de la meteorología a la hora x", cada 5 minutos una nueva actualización, ¿pensaban que el estado de la pista iba a mejorar mágicamente? No hace falta responder. Al final, la decisión fue completar dos vueltas al circuito belga, detrás del coche de seguridad para que se repartiese la mitad de los puntos. ¿Reparto de puntos sin competir? Era insólito, pero fue lo que sucedió. Varios pilotos no entendieron esta decisión, pero era lo que había. Por si no fuera suficiente, hubo ceremonia de podio tras la primera 'no carrera' de la historia. Se celebró el resultado de la clasificación porque no hubo oportunidad de disputar nada el domingo.
Todos coincidimos, al menos la mayoría sí, que la seguridad es lo más importante, si ese no es el tema, el tema es que hubo que esperar varias horas para que hubiese un veredicto ante una situación que no iba a cambiar ni en 5 minutos, ni en media hora, ni en toda la tarde. Mejor esperar al Gran Premio de Holanda donde poder disfrutar de un fin de semana completo en condiciones.