"Les dije, '¿por qué no os reorganizáis vosotros mismos, como una liga norteamericana deportiva?' Cuando los Canadienses juegan la Boston Bruins, no piden a la Federación Internacional de Jockey que arbitren el encuentro."
La idea de Legault es deshacerse de dos estrobos, Bernie Ecclestone (que sólo piensa en el dinero) y la Federación (que sólo pone trabas al espectáculo), para montarse un campeonato del mundo "a la americana".
Normand no entiende porque los equipos de la F1 soportan todas las complicaciones que traen tanto organismo oficial: "En Norteamérica, cada liga tiene un consejo de gobierno, un comisionado y vicepresidentes que gestionan los negocios. Los propietarios del deporte se manejan a sí mismos. ¡La Liga Nacional de Jockey no tiene que preguntar a nadie si quiere incrementar el tamaño de la red a seis pulgadas!"Él asegura que nadie es imprescindible: "Los equipos podrían marcharse mañana por la mañana. Podrían llamarse 'Campeonato Mundial de Grandes Premios' ('Grand Prix World Championship'). Si tienen a Ferrari, BMW, Williams... si tienen a Lewis Hamilton, parecería algo mucho más real."
Además, no le cabe en la cabeza que Ecclestone se lleve la mitad de los ingresos del deporte, mientras que en la NHL los administradores de la liga se llevan sólo el tres por ciento: "En Fórmula 1, el tipo que controla el negocio cuesta la mitad de los ingresos."
La verdad es que razón no le falta la bueno de Normand. Yo a veces tampoco me explico como Ferrari, McLaren, Renault, BMW, etc. permiten que Bernie se quede con un dinero que son realmente ellos quienes lo generan. Tampoco entiendo como los pilotos no hacen una huelga seria por el abuso que suponen las llamadas 'súperlicencias'.
Por no hablar ya de todos los problemas que acarrea la FIA: sanción por aquí, sanción por allá, multa económica por el otro lado, cambio de reglas cada dos por tres, ideas "originales" para mejorar el espectáculo...
Realmente es lamentable la situación en la que se encuentra, de momento, la mejor competición del Mundo. Y es que como alguien no le pare los pies a Ecclestone y Mosley, se acabarán cargando el espíritu de la Fórmula 1. Uno dejándonos sin circuitos míticos y el otro con sus cuestionables ideas.