
El evento se disputó por primera vez en Sochi en 2014. Sin embargo la asistencia de público no ha llenado las expectativas, de hecho, los números del evento del año pasado fueron decepcionantes para los organizadores, pese a que el piloto ruso Daniil Kvyat había conseguido un podio en la carrera anterior.
La costumbre del Presidente Vladimir Putin de asistir a la carrera cada año parecía ser una señal prometedora sobre el apoyo de su gobierno al evento. Sin embargo, su interés en la carrera ha disminuido, y la idea de mantener la Fórmula 1 en su país no parece ser una de sus prioridades. De hecho, ha limitado la cantidad de dinero público disponible a pagar para retener el Gran Premio.
Por eso, la cuota que se debe pagar anualmente al titular de los derechos comerciales de la Fórmula 1 por la carrera es asumida por inversionistas privados.
El viceprimer ministro ruso Dmitry Kozak confirmó que los principales inversores son la importante compañía petrolera rusa Lukoil, el banco de finanzas VTB y la compañía rusa de aluminio Rusal.
"Ahora la contribución es pagada por Lukoil, VTB, Rusal y muchas otras compañías, en un fondo que reúne a cerca de diez inversionistas", dijo Kozak.
La influencia de Ecclestone
El contrato original para celebrar el evento anual fue negociado por Bernie Ecclestone, antes de que se retirara de su cargo como director ejecutivo de FOM tras la llegada de los nuevos propietarios de la Fórmula 1, Liberty Media Group.
Ecclestone tenía una muy buena relación con el presidente Putin, y su ausencia en el paddock para el 2017 podría acelerar el desinterés de Putin por el deporte.