
Y es que Marchionne estaba a favor de que el grupo entrara en la F1 como fabricante de motores independiente, pero al final Red Bull rechazó pagar una factura que se estima que llegaba a los 30 millones de euros para cubrir los costes de desarrollo.
Así pues, la escudería de Faenza rodará finalmente con motor Ferrari este año, a pesar de que el equipo usará un modelo de un año de antigüedad. Pero, a pesar de este obstáculo, Franz Tost, jefe de Toro Rosso, sigue creyendo en el futuro del equipo: "Todavía supone un paso adelante para nosotros".