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LA POESÍA DE LA F1

El juego de luces de Yas Marina

El juego de luces de Yas Marina

Sergio Lillo   31 de Octubre 2013 20:54

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El juego de luces de Yas Marina

La Fórmula 1 llega a Abu Dabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos, con pocas cosas por decidir. Tal vez en la mente de algunos quede el poder ver la última victoria de Mark Webber en su periplo en la Fórmula 1; en la de otros estará la posibilidad de ver a Fernando Alonso en lo más alto del podio antes de final de temporada; y en la de unos pocos aún quedará la esperanza de que Caterham logre superar a los Marussia en el Campeonato de Constructores. Pero lo cierto es que, a excepción de ambos subcampeonatos, poco queda por dilucidar en este circo de acróbatas, en esta ciudad de bestias.

Precisamente en el exótico y lujoso trazado de Yas Marina, Sebastian Vettel se coronó por primera vez Campeón del Mundo de Fórmula 1, pero de esto hace ya cuatro temporadas y la arena del desierto, ayudada por la apisonadora de Red Bull, ya ha lavado aquellos recuerdos, sustituyéndolos por los vividos el pasado fin de semana en tierras Indias, a unos cuantos kilómetros de distancia. El protagonistas de este texto bien podría tener nombre alemán, o llamarse Lewis Hamilton, que probó el sabor dulce de la bebida que sustituye al champagne en tierras árabes, pero la verdadera guinda de este pastel tiene nombre de circuito y juega tanto con las tonalidades de la luz solar, como con las de los cientos de focos y leds que forman parte del trazado abudabí.

Yas Marina lo llaman desde 2009, cuando, tras las obras dirigidas por el omnipresente Tilke, se inauguró el trazado de la capital del Emirato. En un intento, bastante logrado, por ser el Mónaco de Oriente, el circuito se engalana cuando la Fórmula 1 avisa de su llegada. Miles de luces forman parte de una de las postales más modernas del 'Gran Circo'. A ellas se une un crepúsculo que alegra el día a fotógrafos y fans por igual y que supone un reto para gestionar las gomas, dado el cambio de temperatura de los Libres a la carrera. Un crepúsculo cerca del desierto en un país en el que hasta 1958, cuando se comenzaron a explotar los pozos petrolíferos de su subsuelo, vivía del comercio con camellos, la producción de dátiles y verduras y la búsqueda de perlas en las costa de Abu Dabi.

Postales de glamour y gasolina

Un sol resplandeciente nos deja la sensación de estar en otra época pero el rugir de los motores V8 -este año por última vez- nos devuelve a la realidad del siglo XXI, que ha hecho de la capital, la 26ª ciudad más cara del planeta. Donde antes hubo casas de barro y hojas de palmeras, ahora se erigen grandes edificios millonarios, boutiques de la última moda y se dejan ver las élites del globo terráqueo sin mirar por el gasto. Red Bull ha regalado un poquito más de espectáculo desde lo alto de los 321 metros del Burj Al Arab de la vecina Dubai y los trompos de Coulthard en el helipuerto, donde Nadal y Federer ya retaran al vértigo peloteando hace unos años, son la primera pizca de sal al plato fuerte de este fin de semana.

Postales oníricas y olor a goma quemada. Invitados de honor y joyas por doquier. Olor a Chanel y sabor a lujo, mientras en la pista, veintidós pilotos se juegan el todo por el todo en un trazado del futuro y a más e 300km/h. Atardecerá en el horizonte del Golfo Pérsico y la Fórmula 1 no se olvidará de mostrar espectáculo sobre un asfalto con matices de blanco.

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