"El equipo Sahara Force India está totalmente financiado en este momento. Nuestro programa de desarrollo está en el buen camino. Tuvimos unas buenas jornadas de test en Jerez; y basándonos en los resultados obtenidos en estos primeros test, somos bastante optimistas sobre nuestras posibilidades", dijo Will Hings, responsable de prensa del equipo.
"No afecta al equipo de F1, ya que lo que sucede en los negocios de Vijay Mallya y lo que éste hace en el equipo de F1 está totalmente separado", dijo Bob Fernley, director del equipo durante la presentación del nuevo monoplaza. "No importa lo que suceda ahí. Si Kingfisher o United Spirits están haciendo las cosas bien o no, no afecta al equipo, pero es un mensaje que nos cuesta hacer entender".
El director del equipo se mostró así de tajante a la hora de intentar despejar las dudas que planean sobre la escudería. Y es que la situación, lejos de mejorar, se agrava por momentos: a los problemas de Kingfisher, la aerolínea de Vijay Mallya, se le han unido los de Sahara Group, que ha visto cómo las cuentas bancarias de su dueño, Subrata Roy, y otros tres directivos, han sido congeladas debido unos fondos obtenidos ilegalmente de sus inversores entre 2008 y 2011.
Para quitar hierro al asunto, Fernley recuerda que no es la primera vez que Force India es centro de numerosos rumores: "Cada tres o cuatro meses sale de nuevo una historia de que vamos a declararnos en bancarrota, o alguien nos va a vender o cualquier cosa, y así hemos estado durante cinco años: pero aquí seguimos".
Kingfisher, al filo de lo imposible
Y es que no son nuevos los problemas de Kingfisher, empresa propiedad del grupo United Breweries que preside Vijay Mallya, uno de los más importantes de la India y cuyo principal negocio es el de las bebidas alcohólicas. Ya en 2011, la compañía aérea dejó 15 aviones en tierra por falta de liquidez; y a principios de 2012, los pilotos de la aerolínea volaron varios meses sin cobrar sus sueldos.
A lo largo de este último año, las deudas se han ido acumulando: con los trabajadores, con las autoridades aeroportuarias debido al impago de tasas e impuestos o con los suministradores de combustibles. Todo ello no ha hecho más que exacerbar la frágil situación financiera de Kingfisher, que en octubre del año pasado recibía la primera de sus estocadas mortales: la retirada de la licencia de vuelo. Desde entonces, la compañía lleva sin operar y con todos sus aviones en tierra.
Ante la imposibilidad de recibir ingresos, los acreedores de la compañía dieron un plazo de dos semanas a Kingfisher para poner sobre la mesa un nuevo plan de reflote convincente, el cual no llegó. Finalizado el plazo, todos ellos con State Bank of India (SBI) a la cabeza, han exigido la devolución de sus préstamos, provocando que la Corte Suprema de Justicia ordenara la congelación de los activos de la compañía, y dejando a Kingfisher al borde de la quiebra.
Este es el estado de uno de los patrocinadores del equipo Force India, que es es propiedad de Sahara Group en un 42'5%, de Vijay Mallya en otro porcentaje igual, y en un 15%, de la familia Mol. La escudería también es el centro de atención mediático debido al asiento libre que aún aguarda al lado de Paul di Resta, y cuyo dueño no han anunciado aún.
